En una Expo que asistí, una empresa ofrecía sus productos “aromas”. Me preguntó el gerente de la misma que a que me dedicaba, doy conferencias, le dije… imagínate que estas dando una conferencia sobre el café y que el salón empiece a oler a café, con eso se aumentaría el impacto de tus palabras, no únicamente las escucharían también lo olerían…en nuestro negocio, me dijo, no vendemos aromas, vendemos experiencias y emociones. Me di a la tarea de investigar sobre este tema y esto es lo que descubrí.
El 83% de la publicidad esta orientada hacia el estímulo visual, lo que implica que solo el 17% trabaja con el resto de los sentidos, aún, cuando se sabe que el olfato influye en el 75% de las emociones que recordamos y no por la vista como normalmente se piensa.
Si se considera que una persona distingue 200 colores pero más de 10.000 notas olfativas distintas vemos que la potencialidad de los olores a fin de colaborar a la hora que un consumidor decida la compra.
En mi casa cuando la gente entra, comenta “que rico huele tu casa” mi esposa siempre pone a hervir limones, pimienta, clavo de olor, canela… y a eso es lo que huele la casa. (no huele mal)
Los olores son capaces de hacer que una persona sienta repugnancia y se aleje o bien, se sienta placenteramente bien y desee “disfrutar”, paladear o hacerse del objeto que emite dicho aroma.
Quién no se ha visto seducido por el aroma de un café en la mañana, o de la vainilla, el chocolate, o ese particular olor a madera o leña chispeante.
Las personas recuerdan el 35 % de lo que olemos frente a un 5% de lo que vemos, un 2 % de lo que oímos, un 1 % de lo que palpamos y un 15% de lo que saboreamos.
Quien no recuerda al Palacio de Hierro con su aroma de galletas recién hechas por toda la tienda, la tienda de cosméticos Body Shop, al pasar frente a ella todo el pasillo huele a naranja.
En una ocasión Pepsi aromatizó con olor a cereza negra y vainilla sus folletos en la revista People y sus displays en las tiendas para promocionar su bebida Pepsi Diet Jazz.
La marca Pedigree colocó calcomanías con aroma a comida de perro frente a tiendas de mascotas para que los animales influyan a sus dueños a entrar a comprar. (te acuerdas del rasca-huele, el dibujo tenía el aroma).
En Disney World, cuando el número de compradores empieza a bajar en la compra de las palomitas de maíz, aprietan un botón que impregna el área cercana con el típico olor que todos conocemos y los clientes regresan como por arte de magia.
Está comprobado y es fácil de comprender, que un olor agradable hace que las personas permanezcan por más tiempo en un lugar, lo que directamente influye en índice de consumo, incremento de ventas.
A diferencia de las grandes empresas que ya consideran esta herramienta y la aplican (no todas), en las PYMES el uso de esta también puede verse, pero en la mayoría de los casos no se lleva a cabo en forma predeterminada y profesional.
Pueden ser buenas opciones la vainilla por su reminiscencia a la piel de bebe, la madera o el hogar a leñas cuando vendemos artículos navideños, o el Channel Número. 5 para las señoras de cierta edad.
Imagine una tienda donde se huela, desde antes de entrar, tierra húmeda, ese olor a pasto antes de llover o flores recién cortadas. Cierre los ojos y piense en una florería donde el perfume de flores invada todo el local y fuera de este.
Suponga que entra a un local una almacén o autoservicio y puede oler esos chocolates o fiambres que tanto le gustan; o sencillamente pasar por una panadería y oler ese tan especial antojo del pan recién horneado.
Y si aún duda busque aquella carta de amor que con algunas gotas de perfume de aquel ser amado guarda entre sus cosas y solo huélala, verá como su mente –aún pasado los años- vuela en rescate de imágenes y sensaciones.
La elevada competencia que la empresa enfrenta en estos días, obliga a pensar en que aquella empresa que desperdicia una herramienta o posibilidad simplemente se estará condenando al fracaso.
Para recordar: Un buen olor de tu negocio también vende.