Existen colaboradores en las organizaciones que continúan en la tarea de endiosar a sus jefes, e incluso en detrimento de la atención de sus clientes, algo que ya habíamos compartido en nuestra sección de gerencia a través del articulo Gerentes por las nubes, donde el jefe, en la mayoría de los casos alimenta o sirve de estimulo frente a la práctica.
No olvidemos que su nómina y la de su jefe se paga gracias a esos clientes que con desidia, deben soportar expresiones como: “Ay que pena con Usted, es que mi jefe me necesita”, “Ya le devuelvo la llamada –Coca Cola mata tinto- es mi jefe” o “Lo siento, mi jefe está esperándome”.
Es absurdo, pero además cultural, algunos “Jefecitos” han sido vehementes en decir que primero son ellos, incluso por encima de la propia razón de ser de sus negocios: sus clientes.
Quien iba creerlo y aunque no me apoyo estrictamente en muestreos o encuestas, éste flagelo parece ser más frecuente en las medianas y grandes empresas que en las pequeñas, seguramente el temor reverencial es más común en las unidades de negocio más grandes que en las de menor tamaño, perder una posición en una gran empresa es sin duda muy diferente al impacto que en una pequeña. No es fácil emplearse en una economía cada día más adversa a las oportunidades y con una limitada oferta laboral.
El único lugar donde el jefe está primero que el cliente, es en el imaginario del colaborador, que ha tendido un tapete para que la arrogancia de su jefe lo recorra, sin importar si los clientes están o no satisfechos.
El cliente siempre irá en el primer lugar, independiente de que tenga o no la razón (ésta es otra discusión muy distinta), pero esto sólo puede vivirse cuando el jefe acepta ser menos importante que sus clientes, lo contrario es efímero en la búsqueda de cualquier éxito empresarial.
Si es esa la cultura que impera en su organización, por lo menos no sea tan evidente, y trate de disimular la imposición con la cual se busca que su jefe sea visto como el propio Mesías, y no como un mortal o colaborador más del equipo de trabajo.
Si se encuentra en una oficina abierta o mostrador, procure ocultar delante de sus clientes y visitantes que es su jefe el que le está solicitando un reporte; el estilo anterior también es muy frecuente cuando el jefe por razones de su oficio o rol en la empresa, debe hacer seguimiento sobre las ventas y demás resultados comerciales; de cara al cliente escuchar expresiones como: “Esto ha estado muy malo, sólo hemos vendido dos paquetes de vacaciones”, resulta completamente frustrante para el comprador saber que lo que está adquiriendo, lo han demandado muy pocas personas, o que el vendedor tiene un verdugo exigiendo resultados, éste episodio puede generar un sentimiento de lástima y consideración, percepción que debe evitarse actuando con absoluta discreción.
Tenga en cuenta que sus clientes deben estar al margen de estas políticas de seguimiento y supervisión, y la prudencia es el mejor aliado para conservar una cordial imagen, lejos del estrés laboral de cumplir las cuotas de ventas de sus equipos comerciales.
“Cliente mata a jefe” es una expresión con la que esperamos destacar la importancia de nuestros clientes, frente a cualquier posibilidad de interferencia impuesta por la administración o gerencia.
Fuente: Juan Diego Restrepo