Todo va bien en una empresa cuando el balance final fue positivo, se sigue con la misma estrategia de trabajo y se concluye que todo fue perfecto. Sin embargo cuando la empresa no sólo deja de ganar sino que entra en pérdidas económicas, comienza desesperadamente la búsqueda de los motivos y los culpables.
Se piensa que las fallas pueden estar en la baja calidad de los productos o servicios que se ofrecen, o las pocas variantes que ofrecemos con respecto a nuestra competencia. Pero, en esta búsqueda generalmente nos hace falta algo esencial: la opinión de los consumidores. Todavía hoy en día en situaciones de crisis dentro de la empresa, el cliente es uno de los últimos elementos que tomamos en cuenta, cuando, quizá, una pequeña señal suya nos puede dar la causa de nuestros malos resultados.
Volvemos a repetir hasta el cansancio… Las empresas deben de tomar muy en cuenta la calidad de la atención que prestan a sus clientes.
Es claro que ningún negocio se mantiene dinámico sin el gran protagonista: el cliente, pues para él se crea, se produce y se vende. Por lo tanto hay que estar muy atentos para que ellos no prefieran a la competencia y se conviertan en nuestros clientes leales, fieles y vendedores de nuestro producto o servicio.
Para recordar:
Cambia antes de que tengas que hacerlo.